Tradicionalmente se consideraba la poesía como una de las artes
liberales, que eran infinitamente superiores a las comunes, las “artes
mecánicas”, como la pintura. En
1555 Giovanni Pietro Capriano
consideró artes nobles a la poesía, la pintura y la escultura, ya que
“son más perfectas, más nobles y más duraderas que otras”. Es entonces cuando la
pintura y la poesía comienzan a posicionarse en la misma esfera.
La obra de Alfonso
Sánchez-Pardo (Madrid, 1948), Spardo,
en su mayoría basada en la literatura, convierte las palabras en sutiles trazas
de color que se expanden por una superficie cristalina y nos acerca a un
lenguaje sin palabras.
Desde 1971 ha participado en múltiples
exposiciones, tanto individuales como colectivas y en diversas ferias de carácter
nacional. En 2010 recibió en Bélgica la medalla de plata de la Academia Europea de las Artes.
Inicia su andadura con la acuarela, que le ayuda en las
transparencias. Evoluciona hasta incorporar la tecnología en su producción,
para ello, una vez elegida la “mancha” definitiva, la escanea y con ayuda de
programas informáticos cambia colores y da profundidad. Una vez que queda
satisfecho con el resultado lo imprime sobre la tela, añade color, dibuja y
desdibuja líneas hasta llegar al cuadro final.
Sus últimas obras, basadas en el poemario de Quevedo, nos dejan
colores intensos y pinceladas limpias que contrastan en un fondo brillante. Nos
hace visible la poesía, la cual convierte en trazos cálidos que cobran vida
propia y se hacen independientes de la obra que las inspiró.
Se puede apreciar en ellas un dominio de la técnica derivada de
años de profesión que le ha llevado a dejar a un lado la figura tradicional y
embarcarse en un mundo repleto de color y experimentación, de donde sin duda, sale
completamente airoso. Son paisajes con un marcado geometrismo donde se abren
ventanas que nos muestran el alma del poeta.
www.spardo.es
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