Lo que más me gusta de ir a ver exposiciones en salas que
antes tenían otro uso es comprobar como han adaptado dicho espacio para
acoger las obras.
Este pasado domingo me invitaron Clau y Enrique a ver la
exposición “Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio” en el Centro de Exposiciones
Arte Canal (hasta el 5 de mayo). Allá que nos fuimos y después de que una
taquillera un poco antipática se equivocara con las entradas nos entretuvimos
media hora hasta que llegó nuestro turno.
Mi primera sensación tras comprar las entradas y pasar por
el detector de metales fue, que el personal del centro era poco paciente y
brusco en las maneras de tratar a la gente, ¡lo admito! Sé que trabajar de cara
al público tiene miga, pero... ¡señores! ¡Que somos personas!
Nos encaminamos hacía el coche y estaba comentando yo que
había visto algo de publicidad de David Hockney, uno de los artistas británicos
que se dio a conocer con el movimiento pop en los años 60 y que actualmente
vive en EE.UU, y casualmente pasamos por la puerta de un recinto expositivo más
pequeño y acogedor que estaba casi desierto: “David Hockney. Seis cuentos de los
hermanos Grimm”. Hasta el 14 de abril.
Contemplamos con avaricia el espacio libre de la sala y nos
pusimos manos a la obra, y nunca mejor dicho. La exposición está compuesta por
39 grabados realizados entre 1960 y 1970, e ilustran cuentos de los hermanos
Grimm. Las escenas de las historias son aleatorias y muestran un concepto tradicional
de una manera moderna y sorprendente. Lo mejor de todo es que hay paneles
transparentes iluminados con los cuentos: “Rapunzel”, “Piñoncito”,
“Rumpelstilskin, el Enano Saltarín”, “El Lebrato Marino”, “El viejo Rinkrank” y
“Juan Sin Miedo”.
Cuando acabamos el recorrido, bien marcado y dispuesto,
dejamos atrás el centro de exposiciones Arte Canal con una sonrisa en los
labios y comentando como niños los libros de nuestra infancia.
Fue la guinda
del pastel.