El séptimo arte está compuesto de
diferentes variaciones, una de mis preferidas, los musicales.
Como caído del cielo y de una
manera que no viene al caso mencionar ahora mismo, hace unas semanas me vi
sentada en el palco del teatro Lope de Vega esperando impaciente y expectante,
al igual que los cientos de niños que me rodeaban, a que diera comienzo el
musical “El Rey León”.
Llevo viviendo en Madrid unos
cinco años y de lo que más presumo de esta ciudad es de su variedad cultural,
aunque cabe decir que, cuanto más a mano tienes las cosas menos las aprovechas.
Muchos amigos y conocidos han dedicado un fin de semana especial a venir
exclusivamente a ver “El rey león” y visitar de paso la ciudad, cosa que yo que
vivo exclusivamente aquí todavía no había hecho, ya fuera por el precio de las
entradas o por pensar que siempre habrá una temporada más.
Mucho había escuchado hablar del
mencionado musical, algunos comentarios buenos y otros no tanto, yo siempre
digo que es mejor juzgar por uno mismo y que para gusto los colores, así que
con una “open mind” me aposenté en mi butaca a esperar el inicio de la función.
Quedé atrapada desde el primer
instante, la película me encanta, incluso de adulta, pero verla escenificada
fue increíble. El juego de luces, el vestuario, como los animales cobran vida
en el escenario y el ambiente que se crea es impresionante.
Pero sin duda, la música es lo
mejor. Ver a la orquesta a ambos lados del escenario y a los actores cantando en
directo no tiene precio. Cómo interactúan con el público y los hace parte de la
historia, lo más emocionante. Hay tantos detalles por asimilar que no basta una
sola función para empaparte de todos los estímulos, tanto visuales como
sonoros.
La recomiendo fervientemente, te
puede gustar más o menos, pero seguro que no te deja indiferente. Yo sin
dudarlo repetiría.
¡Que siga la función!